No todo aquello que mal empieza tiene por qué acabar de la misma forma.
La temporada para el conjunto fontaniego comenzó con multitud de contratiempos. Varios entrenadores fueron pasando por el banquillo fontaniego, y la continuidad y calma para que los proyectos deportivos maduren lo necesario se antojaba una quimera, o más bien un difícil lejos de un claro final en un corto alcance.
Así fue como esos tiempos convulsos no permitieron al equipo mostrar su mejor cara y los resultados al inicio no fueron los deseados. El equipo no le cogía el pulso a la Liga y los éxitos eran un imaginario en la mente de jugadores, directivos y afición.
Pero, ahí es donde radican las grandes gestas en el mundo del deporte: en la unión ante las adversidades; en ser una piña; fomentar la unión entre todos haciendo de un equipo un sólido impenetrable donde el trabajo es la única metodología aplicable en el desarrollo del mismo, y la armonía y la buena sintonía entre todos es el cauce por el que relacionarse y hacer una simbiosis en el grupo.
Y llegó el final de la primera fase con unos números que no hacían pensar en lo que se iba a lograr. Por lo que para clasificarse en la segunda fase para la disputa de la ‘Final Four’ era necesario ganar casi todos los encuentros, y hacerlo además ante equipos de un mayor nivel a los de la primera. Y aquí fue donde el equipo demostró que su potencial no se había desarrollado al máximo y que su técnico, Francisco Javier, podía sacarles mucho más los suyos. Y fue tanto, que ganaron 7 de los 8 encuentros, siendo el mejor equipo de dicha segunda fase, logrando el acceso a la ‘Final Four’ que daba derecho a jugarse las dos plazas de ascenso.
Y para colmo de bienes, la directiva había conseguido que este evento se organizase y disputase en Fuentes de Andalucía, por lo que ya, el simple hecho de jugar una fase así en su casa, era todo un éxito.
Llegó el momento de echar el balón al aire, y que comenzara a sobrevolar la cancha del Pabellón de ‘La Estación’, y rozar las redes de cada canasta para emoción de sus aficionados. El estadio se llenó de gente. Y los equipos lo dieron todo por darle una alegría a los suyos.
Pero, el que le dio lo máximo, fue el conjunto fontaniego. Increíble fue el primer triunfo ante C.B. Santiponce (71 a 66), que le daba el acceso a la final y, lo más importante: el ascenso de categoría. Fue un partido lleno de emoción. Tuvo de todo. Si el conjunto fontaniego llegó a estar hasta 11 puntos arriba, en el último cuarto Santiponce estuvo 6 por delante del quinteto fontaniego, con posesión incluso para aumentar la ventaja. Fue el momento más crucial, más crítico, más emocionante que nos deparó el fin de semana. Ahí fue cuando rugió el pabellón. Cuando cada jugador sacó la garra que tiene dentro. Cuando el míster movió la pizarra para que la maquinaria engrasara a toda pastilla hacia la épica remontada. Y se logró, ¡vaya que si se logró!
Con este triunfo la fiesta se hizo enorme. Todo un año de trabajo daba sus frutos: el equipo lograba el ascenso de categoría. Pero, ahí no terminaría todo. Al día siguiente, para enmarcar un fin de semana histórico, lograrían vencer en la final por 14 puntos de diferencia (60-74) al C.B. Los Alcores alzándose con el triunfo final.
Y es que dice el refrán que «lo que bien empieza, mejor acaba». Pero ahí aquel pobre iluso que lo escribió se le olvidó que, hay veces, en las que la ilusión, el trabajo, la lucha, el sacrificio y el compañerismo, hace que lo difícil se vuelva posible, porque lo imposible solo existe en el interior de aquellos que nunca quisieron intentarlo, y este equipo, en su conjunto, con la ayuda de su gente, lo intentaron… ¡vaya si lo intentaron! Enhorabuena campeones.