La llegada del verano trae consigo altas temperaturas y las, cada vez más frecuentes olas de calor, que tienen una implicaciones muy graves para la salud de la ciudadanía ocasionando riesgos en algunos grupos vulnerables de la población. El innegable cambio climático acelerado en el que estamos inmersos tiene, desgraciadamente, como consecuencia directa que los episodios considerados antes como excepcionales pasen a ser recurrentes de forma que se debe establecer un abordaje que ofrezca respuestas inmediatas para paliar sus efectos.
Las personas mayores son más sensibles a estos cambios de temperatura. Encuentran reducida la sensación de calor y, por lo tanto, la capacidad de protegerse, existiendo un paralelismo entre la disminución de la percepción de sed y la percepción del calor, especialmente cuando sufren enfermedades neurodegenerativas. La menor capacidad de autorregulación ocurre también en la diabetes y las enfermedades neurodegenerativas, patologías muy vinculadas a las personas mayores dependientes.
Es por ello que, el pasado lunes, coincidiendo con el inicio del verano y la festividad de los Altaritos de San Juan, las personas usuarias y trabajadoras del Programa de Intervención en Demencias (PID) lanzaron una campaña de prevención contra los efectos del calor en las personas mayores.
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