Álvaro Fernández Flores
Durante el barroco las fachadas monumentales fontaniegas lucieron una rica policromía. Los exteriores de iglesias, conventos, ermitas y casas señoriales, siguiendo las tendencias del momento, se pintaron con recargados motivos, en general de tipo geométrico, imitando materiales de construcción y recursos arquitectónicos de distinta índole.
Fue a partir de las grandes epidemias del siglo XIX cuando el color blanco inundó por completo los edificios, cuando la cal se convirtió en un antiséptico que cubrió la epidermis de las construcciones. Desde los humildes chozos a los monumentales palacios fueron blanqueados, velando sin intención un rico patrimonio que en ocasiones sale a la luz tras siglos oculto.
El color del Barroco en las fachadas de Fuentes estaba presente hasta el momento en la iglesia parroquial de Santa María la Blanca donde, durante los trabajos de restauración, se exhumaron y documentaron distintos motivos que sirvieron de base para la reconstrucción del esquema compositivo que decora en la actualidad los paramentos exteriores de las naves y la torre.
Con esta breve nota queremos dar a conocer un nuevo ejemplo de decoración polícroma barroca. En este caso, en una casa señorial que, con bastante probabilidad, puede atribuirse a alguno de los alarifes Ruiz Florindo.
La antigua Casa de los Pujales ocultaba, bajo innumerables capas de cal, un rico programa decorativo de estilo barroco tardío con indudables concomitancias con los recursos arquitectónicos en ladrillo tallado de los Florindo.
Esta vivienda, derribada en la primera década del presente siglo y hoy convertida en aparcamiento de la calle Lora, muestra un trampantojo de sillares almohadillados a lo largo de la fachada. Este recurso de largo recorrido histórico trataba de ennoblecer las fachadas de tapial o mampostería imitando los costosos sillares utilizados en las construcciones más nobles. Rematando las ventanas documentamos el ornato más singular del programa decorativo exhumado, tres pináculos pintados en rojo contorneados en albero y enmarcados por una franja mixtilínea con bordes en negro. Esta composición decorativa, recurrente en la decoración de las fachadas de los Florindo, suele aparecer en ladrillo tallado rematando los frontones de las ventanas de las casas señoriales. Es el caso de los vanos de la antigua Escuela Hogar, en la calle Fernando de Llera 1, o la conocida como Casa de Don Cipriano, en calle Carrera 2, fachadas con mayor ornato y posiblemente más recursos económicos que la que nos ocupa.
A los paralelismos existentes entre la portada de ladrillo tallado conservada en la calle Lora del Río 10 y otras obras de los Ruiz Florindo, se viene a sumar el uso de motivos ornamentales propios de esta saga de alarifes, aunque en esta ocasión utilizados como trampantojo arquitectónico, lo que permite plantear a modo de hipótesis la atribución de esta casa señorial a alguno de los miembros de esta familia de alarifes.
El hallazgo nos acerca al aspecto que tendrían las fachadas de las distintas casas señoriales concentradas en el centro de la entonces populosa localidad, fachadas polícromas que darían una riqueza cromática al entramado urbano que hoy se nos hace difícil de imaginar.
El Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía, en su afán por la conservación, investigación y difusión del patrimonio local, propició una limpieza somera de las áreas desprendidas de cal de la fachada de calle Lora 10 fruto de la que ha resultado el hallazgo de las pinturas descritas, un hallazgo que viene a sumarse al patrimonio inmueble celebrado en el Año Florindo.